La Boda de Carol e Íñigo nació con un hermoso propósito, convertirse en el mejor recuerdo posible para la madre de Carol, una hermosa forma de decirle que siempre estaría presente, no solo en su vida, sino en la de todos. Porque ese “todos” iba a ser un número de invitados importante, mucha gente la quería y querían a esta pareja estupenda, así que las ganas de fiesta sumadas a la emoción, habían pronosticado un bodorrio en toda regla, en el que la alegría y la risa serían la mejor manera de demostrar amor, por todos los rincones.

Con lo que esta pareja de Novios no contaba era con que su larga y magnífica lista de invitados se vería reducida por razones casi de otro planeta, de sobra conocidas. Pero cuando el tesón y las ganas son tan grandes, nada tumba los sueños y se lucha por conseguirlos contra viento y mascarillas. Así que tocó sentarse y reducir asistentes, para adecuarse al aforo permitido. Porque lo que estaba más que claro, era que habría Boda, como fuera, porque el amor y la vida tenían que ser celebrados como fuera.


Ellos me contaban, mientras elegíamos nueva fecha, cómo se vivía todo desde Madrid, no es necesario entrar en detalles, pero esta maravillosa pareja son un par de luchadores que merecen cada segundo de esta bonita Boda de la que estoy tan contenta de haber formado parte como su fotógrafa. La fotografía de Bodas en Galicia es una belleza en sí misma, pero con tanta emoción, es un lujo, mi trabajo es un privilegio.
Después de tantas bodas a tus espaldas distingues el cariño del bueno a distancia y en esta Boda hubo mucho. Lágrimas, emoción, risas, vida, mucha vida. Eligieron el estupendo restaurante Árbore da Veira, para comer arropados por su gente, familia cercana, amigos más íntimos, personas que no se perderían ese día por nada del mundo. Allí los dejé, después de asegurarme una vez más de que estaban disfrutando de este día que había costado tanto construir, y que tanto merecían.


Volvamos un poco hacia atrás. Como en la mayoría de los casos, había cierto temor a la cámara, sobre todo tratándose de una Boda pequeña, es como si se me viera más, por así decirlo. Para eso me gusta hacer con los Novios lo que yo llamo un Ensayo, porque no es una preboda, es mucho más simple en realidad, más natural. Se trata de que los Novias conozcan la cámara de Gimena, no solo a su dueña, y aprendan a ser ellos mismos, es decir, aprendan a olvidarse de mí. Porque yo no hago fotografía de posado, yo atrapo momentos, nacidos de la naturalidad, de la emoción real. Y para conseguirlo necesito que se olviden de que tienen fotografía de Boda, no hay cámara. Y así fue, tuvimos nuestro ensayo, nos reímos y perdimos el miedo y los nervios. Estábamos preparados y llenos de ilusión para celebrar el gran día. ¡¡Por fin llegaba la Boda!!






Y qué gran día. Una Novia preciosa. Preciosa, porque era ella misma, fue sencillamente perfecta, con detalles muy femeninos y personales, como sus zapatos de Uniqshoes, y un juego con las antiguas baldosas de la zona vieja de Coruña, recuerdo de cuentos que terminan por hacerse realidad.
Su Ceremonia se celebró en el Ayuntamiento. Carol vestía un diseño especial para ella del atelier en Madrid de Teresa Alcañiz Costura, rematado con un sencillo velo que se perdía entre las ondas de su pelo, creadas por la peluquería de Fátima Albo. Y su ramo, si alguien sabe condensar romanticismo y belleza entre flores ella es Marga, de Madreselva, solo hay que dejarla hacer, porque el oficio y el arte le vienen de lejos.



La emoción durante la Ceremonia Civil os la podéis imaginar, pues más aún. Las lágrimas de alegría, de vitalidad, de ganas, nacían solas junto con imágenes para el recuerdo. Imágenes que se creaban solas delante de mi cámara, que servirían para recordarles la intensidad de un día en el que puede caber toda una vida.
Se puede decir que la Boda de Carol e Íñigo fue una Boda Bonita, con mayúsculas. Sucede que, cuando algo se desea con tanta fuerza, termina por dibujarse, por hacerse real y, en mágicas ocasiones, la realidad es más bella que lo soñado. Porque una Boda, al fin y al cabo, es una promesa, es creer, creer en que el camino podrá ser enderezado, aunque se tuerza mucho, y esta pareja de campeones lo ha demostrado. Una Boda inolvidable. Y, ¡qué viva la vida!







Gimena Berenguer – Fotografía de Bodas